Memorias de una familia ítalo-peruana.

Este texto documental, producido por la marca de vinos Immigranti, conmemora y documenta la historia migratoria de los italianos en el Perú.

Familia Suito

Fabrizio Suito

Esta es la historia de la familia Suito, contada por Fabrizio Suito, quien comparte cómo sus antepasados llegaron al Perú desde Liguria, al norte de Italia. Su tatarabuelo, Giovanni Michele Sciutto, conocido en Perú como Miguel Suito, fue parte de los muchos italianos que emigraron a mediados del siglo XIX, buscando mejores oportunidades y apoyando la causa de la unificación italiana.

A través de este relato familiar, conocemos cómo fue el viaje, la llegada al país, y los desafíos que enfrentaron. También vemos cómo lograron establecerse, formar negocios, y mantener vivas las tradiciones italianas. Esta historia muestra el valor del esfuerzo, la adaptación y el legado que dejaron los inmigrantes italianos en el Perú.

Mis raíces vienen de Liguria, al norte de Italia. Mis tatarabuelos eran de Génova, y mi tatarabuela, Maria Teresa Toso Fabiano, nació en Voltri, también parte de esa región. Mi tatarabuelo, Giovanni Michele Sciutto —conocido en Perú como Miguel Suito— fue uno de los muchos ligures que emigraron a mediados del siglo XIX. Se cree que muchos de ellos, incluida mi familia, vinieron al Perú para apoyar económicamente la causa de la unificación italiana liderada por Giuseppe Garibaldi. De hecho, nuestra familia aparece en los registros de quienes contribuyeron con recursos para armar a los italianos en esa gesta histórica.

Los Sciutto no llegaron solos. Vinieron con sus hermanos —los Sciutto Liberti y los Sciutto Gandolfo— y la mayoría con sus esposas y esposos. Mi tatarabuelo tenía alrededor de 30 años cuando emprendió el viaje. Según cuentan, mi bisabuelo nació en el barco rumbo al Perú. Por eso fue bautizado recién a los cinco años en la parroquia de San Lázaro de Lima, que hoy pertenece al distrito del Rímac.

Lamentablemente, no sabemos mucho sobre cómo fue su adaptación al llegar. Lo que sí sabemos es que mi bisabuelo fue asesinado en el puerto del Callao cuando estaba a punto de embarcarse de regreso a Italia junto a mi bisabuela y mi abuelo, que entonces tenía solo 12 años. Mi abuelo era hijo único y muy niño para recordar las vivencias de sus abuelos, así que muchas historias se perdieron con el tiempo.

A pesar de todo, lograron establecerse. Tuvieron fábricas de pasta y panaderías, y mantuvieron viva la cultura italiana en casa. Aunque la comunidad italiana en Perú no ha conservado una identidad tan marcada como otras colectividades, como la judía o la japonesa, su legado está presente en la economía, el transporte y, sobre todo, en la cocina.

En mi familia, la pasta es protagonista. Nos encanta el ragú, la boloñesa, la carbonara (la original), la putanesca y el pesto. Desde niños nos inculcaron el amor por Italia, y aunque muchos no hayan salido del Perú, esa pasión vive en cada uno de nosotros. Nos reunimos, hablamos todos a la vez, comemos bien y disfrutamos de un buen vino. En mi caso, me apasiona la cocina. He estudiado y trabajado con ella en Italia y España. Me encanta fusionar sabores, respetar los platos originales, pero también darles ese toque peruano que les da alegría. Lo mismo hago con platos peruanos: les doy toques mediterráneos o incluso nórdicos, y quedan riquísimos.

Sobre el vino, aunque mi familia no estuvo vinculada a la producción, sí al consumo. Me apasionan cepas como el Sangiovese Romagnolo, Nero di Troia, Primitivo, Ciliegiolo, Vermentino y Pigato. Lamentablemente, el vino italiano no se consume tanto en Perú como el español, chileno o argentino. Esto se debe, en parte, a que durante el boom gastronómico de los años 90, solo se conseguía vino español en los supermercados. Además, los precios son altísimos. Un vino que en Europa cuesta 10 euros, en Perú puede costar casi 200 soles. Por eso, cuando viajo, llevo algunas botellas para compartir. A todos les encanta, pero luego, al ver los precios, prefieren comprar algo más conocido.

Creo que hay mucho potencial para que el vino italiano tenga mayor presencia en Perú. Debería asociarse al maridaje perfecto con la gastronomía peruana, y ajustarse a precios más accesibles. Cuando los peruanos prueban vino italiano, les gusta. Los que lo conocen, lo compran. Pero la mayoría se queda con lo conocido, por miedo a pagar mucho por algo que no les guste.

Immigranti ©

Documentamos la historia migratoria de las familias ítalo peruanas. Busca tu apellido y conoce más de la historía de su llegada al Perú.

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