Memorias de una familia ítalo-peruana.

Este texto documental, producido por la marca de vinos Immigranti, conmemora y documenta la historia migratoria de los italianos en el Perú.

Héroe de los dos mundos

Giuseppe Maria Garibaldi

Giuseppe Maria Garibaldi nació el 4 de julio de 1807 en Niza, en el seno de una familia de pescadores y marineros ligures, y desde muy joven se embarcó en una carrera como marinero que lo llevó a ser capitán de buques mercantes desde 1832. En 1834 se unió al movimiento de «Joven Italia» de Mazzini, lo que provocó su primer exilio hacia Sudamérica. Entre 1836 y 1848 luchó en Brasil, Uruguay y Argentina, y en 1849 defendió la República Romana en Italia, donde perdió a su esposa Anita Ribeiro da Silva. Del segundo exilio –después de la caída de la República Romana– llegó a Estados Unidos en condiciones difíciles, trabajando como obrero.

En 1851, Garibaldi emprendió su viaje desde Nueva York y Centroamérica, y el 5 de octubre de 1851 llegó al puerto del Callao, tras pasar primero por Paita, donde habría conocido a Manuelita Sáenz. Sus memorias recuerdan con gratitud la acogida de la colonia italiana y menciona a familias como los Sciutto, Denegri y Malagrida.

Vivió en la Casa de Malagrida, en el centro de Lima, y en el Jardín Schiantarelli, en el Callao. El periodismo limeño lo recibió con admiración: el diario El Comercio lo llamó “el ilustre guerrero sostenedor de la independencia”. Durante su estadía, obtuvo la ciudadanía peruana para obtener licencia de capitán y viajar en el buque Carmen con destino a China, cargado con guano del Perú.

Además de su actividad militar y marítima, presentó una faceta solidaria: durante la Guerra del Pacífico, las sociedades de bomberos italianos crearon la “Bomba Garibaldi” en varias ciudades. Sus integrantes fueron víctimas de los conflictos, y algunos, incluyendo de Chorrillos y el Callao, fueron fusilados por error.

Garibaldi también dejó un legado tangible. En 1932, su paso fue recordado en el Jardín Schiantarelli con una columna conmemorativa, escoltada por instituciones italianas y peruanas. En el Callao aún existe el Paseo Garibaldi, con pérgolas y placas que conmemoran su presencia.

Falleció en 1882, en Caprera, Italia, consagrado como el “Héroe de dos mundos”, gracias a su rol en la independencia de América y la unificación de Italia. En el Perú, su paso dejó una huella de orgullo, coraje y fraternidad que se mantiene viva en la historia y cultura italiana. El denso cruce entre su figura y la colonia italiana generó un símbolo de solidaridad y orgullo comunitario.

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